Arauco tiene una pena...


"Arauco tiene una pena
más negra que su chamal:
ya no son los españoles
los que les hacen llorar.
Hoy son los propios chilenos
los que les quitan su pan."

Extracto de: "Levántate, Huenchullán O Arauco tiene una pena"

Violeta Parra


jueves, 15 de noviembre de 2012

Breve biografía de David Aniñir

Debe ser uno de los pocos poetas que conoce de cerca el sufrimiento y el dolor de perder a un padre. David vendió poemas en las calles de Antofagasta a cambio de unas monedas para pagar la pensión y para saciar por un momento su hambre. Integró por casi dos meses el taller de poesía Quimal. Espació donde dio a conocer sus trabajos y sus sueños.

En 1969 su madre María llega a Santiago en busca de nuevas oportunidades. Allí conoce a Pedro. De ese matrimonio nacen David, Simón y César. La dictadura militar marcaron sus problemas económicos y familiares que terminaron con la vida de su padre. Se ahorcó con una manguera. David lo recuerda como un ser violento y lleno de rabia por la situación que atravesaban. "incluso quería ser Cacique y tener dos mujeres igual como en el sur y sabía que estaba equivocado", explica el poeta mientras derrama unas lágrimas que traspasan la madera del antiguo muelle.

Tras la pérdida del marido, su madre, decide ir en busca del sustento diario para alimentar a estas precoces bocas que rogaban por mejores condiciones de vida. María no quería darles el sufrimiento que ella había pasado en el sur por las precarias y delicadas condiciones por la que atravesaba, y por las que aún atraviesa, el pueblo Mapuche.
La familia se une y juntos comienzan a trabajar vendiendo pescado ahumado por poblaciones y por el centro de Santiago. Muchas veces cayeron presos, pero eso no impidió que siguieran adelante.

Bajo el ambiente de esos días, aún se nota la eterna melancolía que cubre el alma de este poeta. Ingresó al colegio como sus demás amigos llegando a tener las mejores calificaciones de todo el curso. Pasa el tiempo y como a sí mismo conoce la realidad de una sociedad marcada por la represión, la falta de oportunidades y la injusticia social, conoce el neoprén, la marihuana y otras drogas que lo llevan a alejarse de sus hermanos, de su madre y de los estudios. La pobreza económica lo conduce a delinquir y a robar incluso, en las rifas que organizaba como presidente de curso. La necesidad lo motivaba.

David se da cuenta de los errores que comete y sale en busca de trabajo. Conoce el oficio como barredor en una pescadería, en restaurantes como aseador y en la construcción como enfierrador.

Los 500 años de la resistencia indígena, marcaron su vida. Estudiaba de noche, completando su educación media y de día, la construcción esperaba su fuerza y dedicación. Su hermano Simón, dedicado a estudiar y a rescatar sus raíces, lo motivan a estudiar sobre la cultura Mapuche. Aprende a leer y escribir el Mapudungún, mientras su vida comienza a dar un giro positivo, comprendiendo que existe gente valiosa e igual que él. Tras participar de un Guillatún, el horizonte y los antepasados comienzan a enseñarle el camino. "En ese momento me sentí bien, me empecé a reconocer, a querer y a luchar por nuestra cultura y por nuestro pueblo".

La soledad que embargaba a David, lo motivó a escribir poesía. En ese tiempo conoce en persona al poeta mapuche Leonel Lienlaf, que le colabora con un prólogo del libro que tiene en mente publicar, llamado "Mapurbe". "Me pareció extraño, porque nunca había visto a un poeta Mapuche. Era una realidad que recién yo empezaba a conocer".

Pasa el tiempo y su interés por la poesía se acentúa.
Concurre a un recital poético de Elicura Chihuailaf. Se hacen amigos y Chihuailaf lo orienta en la cultura y en la poética. Los ojos de David comienzan a abrirse, cuando descubre que su canto contiene la fuerza de su pueblo, la gallardía de sus Caciques y el amor de sus mujeres. "Mi poesía es una mezcla de la magia indígena, con la cruda realidad de los jóvenes. Allí nacen mis putesías. Un enojo con el mundo, con las consecuencias que me hacen vivir, con las autoridades y conmigo mismo".

La realidad del pueblo Mapuche está dividida, según David. "Los que viven en la ciudad son otros. Porque forman parte de la sociedad chilena. Los del sur son los que luchan por lo que yo lucho. Aunque es muy utópico volver a rescatar lo que nos han quitado. Existen elementos que los chilenos no saben que existen, como la cultura, la religión y las costumbres. Volver a retomar mi cultura es reivindicarla. El estado chileno es racista y nunca va a reconocer sus errores".




Fuente: http://argentina.indymedia.org/news/2003/07/119534.php

2 comentarios:

  1. Admiro tu poesia y en ella me encuentro on la fuerza y la lucha de nuestro pueblo mapuche. Gracias por tus letras.

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